30 de septiembre, 2012
PEDIDO DEL PUEBLO ARGENTINO A LAS FUERZAS ARMADAS
Compatriotas del Ejército, Armada, Fuerza Aérea, Gendarmería y Prefectura:
En virtud a una solicitud expresa de cientos de Redes Sociales, en
permanente comunicación con nuestros servidores, es nuestro propósito
dirigirles esta misiva, para convocarlos a que con los medios
disponibles a vuestro alcance, se plieguen a la Reunión del Pueblo en
Asamblea Abierta, que se dará cita en todas las ciudades y localidades
de la Patria, el próximo 8 de noviembre.
Dirigimos esta arenga a los Jefes de todas las Unidades de las Fuerzas Armadas, que figuran como destinatarios de la presente.
Éste no es otro llamado tan lacónico como los cientos que les hemos hecho llegar anteriormente.
En esta oportunidad nos hemos de limitar, ante el estado de gravedad
institucional por el que atraviesa la Nación, a una rogatoria, para que
junto a la mayoría de la Argentinidad... desconociendo (cualquier
prohibición) que emane de la superioridad jerárquica proveniente del
Ministerio de Defensa, ó incluso de una superior a ésta.
Planes tan macabros como inconstitucionales, se están articulando desde
la Presidencia, instando a los seguidores de este fraudulento gobierno,
para incorporar al más absoluto caos y anarquía como nuestra inminente
forma de vida colectiva.
Desde un ingente y sistemático organigrama de expropiaciones al sector
agropecuario, pergeñado por un tal Emilio Pérsico, actualmente al timón
del Ministerio de Agricultura, como otro tan grave y desestabilizante,
esto es, la intrusión en las Cajas de Seguridad en las diversas
sucursales bancarias, en las que el Argentino promedio pone a salvo sus
ahorros de un sistema sovietizado de gobierno, que desembozadamente no
disimula tal condición.
Porque este modelo kirchnerista pretende abolir el Derecho de Propiedad
Privada, estimulando el ingreso irrestricto de gente procedente del
exterior, de dudosa y/o ninguna moralidad, para multiplicar los
asentamientos emergentes, e incrementar la vagancia y la disolvencia
sociológica.
No descartamos que esta Presidente y sus amigos, encuentren en una
potencial (presencia) Castrense, el anhelo que los une, para sumergir a
la Patria, en una guerra fraticida, pero descontamos que esta hipótesis
en ejercicio, igualmente mutará de abstracta en fáctica un día de éstos.
Porque la administración de Justicia ha dejado de funcionar hace décadas.
Porque la actividad y control parlamentario es desde la misma época una mera simulación.
Porque los desfalcos en la Administración Pública, han burlado ya todas
las estadísticas de tolerancia, que con guarismos mucho menores existen
en otras latitudes.
Porque la violencia y el delito callejero, ha desbordado el contralor
policial, infestado además de su propia corruptela que agiganta
cotidianamente los crímenes impunes por la afinidad existente entre los
criminales y sus perseguidores.
Porque la continuidad de la Democracia, surge como demasiado
enturbiada, por el desarrollo de un infalible mecanismo electrónico de
fraude, que le permitirá a esta malhadada administración, eternizarse en
el poder, con la complacencia de los otros poderes del Estado
cohechados, que ya se ha aplicado con un rutilante (y falso) éxito en
las últimas presidenciales.
Y finalmente porque la Voluntad Popular, exige la cesación de todos los
precitados y muchos otros excesos, como el monopolio de los medios de
comunicación, que valida el fraude de la inflación y oculta el récord de
felonías oficialistas de todo tipo, que merced a esa mordaza
informática, permanecen silentes.
Infortunadamente, no existen resortes supletorios, como para desistir
el convocar a nuestros Compatriotas de las Fuerzas Armadas y de
Seguridad, para que apliquen con su sola presencia junto a la mayoría de
los Argentinos, el acicate inexorable, para someter a juicio público, a
la Señora Presidente, Ministros, Secretarios de Estado, Gobernadores
Provinciales y demás funcionarios, coludidos todos ó la mayoría de
ellos, en el injusto preceptuado por el inciso 1, artículo 215 y
concordantes del Código Penal de la Nación.
Si así no lo hiciereis, que Dios y la Patria os lo demanden.
Atentamente
Carlos Belgrano
Golpista 1
Golpismo 2
Buenos Aires, 02 de Octubre del año 2012 - 1131
INTRODUCCIÓN: He recibido copia de una carta dirigida por el Sr. Carlos Belgrano a los integrantes de las FFAA, interpretando el sentir del buen pueblo argentino. El pedido es que se sumen a las marchas del 8 de Noviembre próximo con el fin de potenciar el legítimo derecho de "peticionar a las autoridades", en este caso, al Congreso, para que destituyan mediante juicio político a "Señora Presidente, Ministros, Secretarios de Estado, Gobernadores Provinciales y demás funcionarios" sospechosos de numerosos delitos y de un pésimo desempeño.
A estos motivos pueden agregarse los que enumeré en los artículos 955, del 17/2/2010 y 1129, del 27/9/2012 que son más que suficientes para que el juicio político prospere.
La movilización, a la que deben sumarse todos los integrantes de las FFAA en su carácter de ciudadanos argentinos que no están exentos de sus deberes patrióticos por el hecho de vestir uniforme, sino todo lo contrario, es el único recurso que nos queda a los argentinos para librarnos de esta tiranía que nos está llevando inexorablemente al comunismo.
No otra cosa implican los reiterados ataques a la propiedad privada, a la libertad de los secuestrados políticos mediante parodias de juicios que no son otra cosa que "tribunales populares" en acción, a la libertad de entrar y salir del país, a la seguridad personal, al derecho de todo habitante de vivir en paz bajo un gobierno justo, sin caos social y sin la amenaza constante de grupos violentos que impiden el tránsito interno y la libertad de trabajo.
Todo esto, más muchas otras cosas semejantes las ha resumido la tiranía con el lema provocativo y desafiante acuñado por la propia Sra. Kirchner, "¡Vamos por todo!" y su significación ideológica ha quedado definida por su alianza efectiva con la Cuba castrista, la Venezuela de Chávez, Rusia y China.
Si alguna duda quedara, es público y notorio que el Poder Ejecutivo ha asumido la suma del poder público con la complicidad del Congreso, violando el art. 29 de la Constitución, motivo por el cual los diputados que lo consintieron no pueden integrar la Cámara a los efectos del juicio político por ser pasibles de la misma sanción del art. 29 que cabe a la Sra. Kirchner. La Cámara acusadora debe sesionar sin ellos.
El peligro es gravísimo y los artículos 29 y 36 de la Constitución prevén soluciones precisamente para situaciones como la que vivimos. La acción del pueblo está dentro de la Constitución mientras que esta tiranía se ha puesto fuera de la ley desde hace rato.
Para Mayores de 40
Lo que me pasa es que no consigo andar por el
mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a
alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.
No
hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los
colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los
doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.
Y
ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se
encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.
¡Se
entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A
nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos
resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los
mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores.
¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor.
Lo
que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora
no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien,
eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de
música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la
computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables!
¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos!
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!
¡Es más!
¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas de loza.
Y
resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más
cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos
cambiado de heladera tres veces.
¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo
los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se
quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo.
Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de… años!
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
No
existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas
de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de
San Juan.
Los pocos desechos que no se comían los animales,
servían de abono o se quemaban. De ‘por ahí’ vengo yo. Y no es que haya
sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con
el ‘guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo’, pasarse al
‘compre y tire que ya se viene el modelo nuevo’.
Mi cabeza no resiste tanto.
Ahora
mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una
vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección
electrónica y hasta la dirección real.
Y a mí me prepararon para
vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo
nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo). Me educaron para
guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día
las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.
Si,
ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos
podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de
hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente
del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no
guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que
se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
¿Será
que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se
vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?
En
casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para
los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el
tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto.
Y
guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!!
¡¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos
limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el
barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para
los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las
martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los
instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo
guardábamos!
¡¡¡Las cosas que usábamos!!!: mantillas de faroles,
ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos.
Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo
se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de
lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico
sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la
lapicera, lapiceras sin el capuchón. Encendedores sin gas o encendedores
que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.
Cuando
el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se
tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los
encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se
convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones
guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por
las dudas que alguna lata viniera sin su llave.
¡Y las pilas! Las
pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa.
Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que
vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida
útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
Las
cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían
para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en
el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver.
¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario
pegado al trozo de carne!!!
Y guardábamos el papel plateado de
los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y
las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los
remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos
usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra
que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los
primeros álbumes de fotos.
Y las cajas de cigarros Richmond se
volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con
tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los
mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la
inscripción a mano en una sota de espada que decía ‘éste es un 4 de
bastos’.
Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de
ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos
que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.
Yo
sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros
objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden ‘matarlos’ apenas
aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a
nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!
Y cuando nos vendieron helados en
copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: ‘Cómase el helado y
después tire la copita’, nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la
íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de
las copas.
Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y
hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en
adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de
acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de
cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una
botella.
Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores
que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a
hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son
desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son
descartables.
Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos
con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va
perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado
efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir
que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne.
No
voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan
a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más
nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les
discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
Esto
sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo
contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente
entregar a la ‘bruja’ como parte de pago de una señora con menos
kilómetros y alguna función nueva.
Pero yo soy lento para transitar
este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la ‘bruja’ me gane
de mano y sea yo el entregado.
Eduardo Galeano
El Adios de Genoveba
Solitos, abrazados, esperando el amanecer...
Ella, Genoveba, y sus dificultades para respirar, su corazón débil,
El, Don Emilio, compañero infatigable, hombre de voluntad de hierro,
Amanece, y no es poco...
Emilio, y sus bellos ojos verdes que ya no descubren el mundo,
sino que navegas por mundos interiores en búsqueda de formas y colores,
Genoveba, y sus fuerzas que decaen poco a poco,
con cada minuto, con cada segundo, con tu mínimo latido...
El sol incipiente, pájaros cantando en su nido sobre la ventana al patio,
algún auto que destruye en mil pedazos la tranquilidad
de la habitación donde confluyen dos almas que por más de
setenta años han sido uno, y otros, dos y uno a la vez...
Es en vano Emilio que sigas preguntandole al cuerpo yaciente
de Genoveba,
Ella ya no responder a tus preguntas
Es en vano que busques las pastillas de la mañana, no le harán falta
Aunque tus manos acariciadoras reconstruyan su rostro
e indaguen en ese aliento, en esa respiración que es como tu motor
para seguir encarando los días por venir,
el silencio de la muerte envuelve la habitación y nada hay para hacer..
Sin imaginarlo, pero proyectándolo quizás en algún pasado cercano,
ella exhaló sus últimos esfuerzos de vida a tu lado,
Abrazados esperaron ese momento único y sublime,
en que volvemos a nacer, en que volvemos adonde la vida huye...
Y luego lo de siempre, los que estuvieron y no estuvieron,
se acercarán con sus rostros compungidos falsa o verdaderamente
para dar una mano al pobre viejo que sólo se ha quedado,
haciendo ruido e invadiendo todo
Impregnando de realidad urbana, esa paz de campo que ambos tienen
hablando de grandes temas y burocracias mortuarias,
de lo que se vendrá con Don Emilio ciego y sordo, quién se hará cargo?
mientras por tus interiores ahondan pájaros que trinan y recuerdos
que ya no saben que hacer con tanta vida...
El Viaje
Señores, denme permiso
pa´ decirles que no creo
lo que dicen las noticias
lo que cuentan en los diarios
lo que entiendo por miseria
lo que digo por justicia
lo que entiendo por cantante
lo que digo a cada instante
lo que dejo en el pasado
las historias que he contado
o algun odio arrepentido.
Para que ustedes no esperen
que mi canto tenga risa
para que mi vida entera
les quede al descubierto
para que sepan que miento
como lo hacen los poetas
que por amarse a si mismos
su vida es un gran concierto
dejenme decirles esto
que me aprieta la camisa
cuando me escondo por dentro.
Y si alguno quiere risa
tiene que volver la vista
ir mirando a las vitrinas
que adornan las poblaciones
o mirar hacia la calle
donde juegan esos niños
a pedir monedas de hambre
aspirando pegamento
pa calmar tanto tormento
que les da la economia.
Cierto que da risa.
Pero yo creo que saben
donde duermen esos niños
congelados en el frio
tendidos al pavimento
colgando de las cornisas
comiendose a la justicia
para darles tiempo al diario
que se ocupe del deporte
para distraer la mente
para desviar la vista.
De este viaje
por nuestra historia
por los conceptos
por el paisaje.
Nelson Schwenke
Monocultivo de Cerebros
Qué duro es sentirse minoría en un país de falsas mayorías.
Qué duro es ver que el gobierno nacional y los ruralistas luchan entre sí cuando son cómplices necesarios del país sojero.
Que duro es recordar que esas cacerolas relucientes, esos estudiantes movilizados y esas familias temerosas del desabastecimiento no salieron a la calle cuando los terratenientes de este siglo XXI expulsaron a familias y pueblos enteros para plantar su soja maldita.
Qué duro es comprobar, con los dientes apretados, y con el corazón desierto y sin bosques, que nadie habló en nombre de los indígenas expulsados de sus territorios, de sus plantas medicinales, de su cultura y de su tiempo para que la soja y el glifosato sean los nuevos algarrobos y los nuevos duendes del monte.
Qué duro es saber que nadie habló en nombre del suelo destruido por la soja y por el cóctel de plaguicidas.
Qué duro es comprobar que muchos productores, gobiernos y ciudadanos no saben que los suelos solo son fabricados por los bosques y ambientes nativos, y nunca por los cultivos industriales.
Qué duro es saber que para fabricar 2,5 centímetros de suelo en ambientes templados hacen falta de 700 a 1.200 años, y que la soja los romperá en mucho menos tiempo.
Qué duro es recordar que el 80% de los bosques nativos ya fue destrozado, y que funcionarios y productores no ven o no quieren ver que la única forma de tener un país más sustentable es conservar al mismo tiempo superficies equivalentes de ambientes naturales y de cultivos diversificados.
Qué duro es observar cómo se extingue el campesino que convivía con el monte, y cómo lo reemplaza una gran empresa agrícola que empieza irónicamente sus actividades destruyendo ese monte.
Qué duro es ver que el monocultivo de la soja refleja el monocultivo de cerebros, la ineptitud de los funcionarios públicos y el silencio de la gente buena.
Qué duro es saber que miles de Argentinos están expuestos a las bajas dosis de plaguicidas, y que miles de personas enferman y mueren para que China y Europa puedan alimentar su ganado con soja.
Qué duro es saber que las bajas dosis de glifosato, endosulfán, 2,4 D y otros plaguicidas pueden alterar el sistema hormonal de bebés, niños, adolescentes y adultos, y que no sabemos cuántos de ellos enfermaron y murieron por culpa de las bajas dosis porque el estado no hace estudios epidemiológicos.
Qué duro es saber que los bosques y ambientes nativos se desmoronan, que las cuencas hídricas donde se fabrica el agua son invadidas por cultivos, y que Argentina está exportando su genocidio sojero a la Amazonia Boliviana.
Qué duro es comprobar que las cacerolas relucientes son más fáciles de sacar que las topadoras y el monocultivo.
Qué duro es comprobar que en nombre de las exportaciones se violan todos los días, impunemente, los derechos de generaciones de Argentinos que todavía no nacieron.
Qué duro es ver las imágenes por televisión, los piquetes y las cacerolas mientras las almas sin tierra de los campesinos y los indígenas no tienen imágenes, ni piquetes, ni cacerolas que los defiendan.
Qué duro es ver la furia ruralista al amparo de reyes sojeros como el Grupo Grobocopatel.
Qué duro es ver el rostro reseco de Doña Juana expulsada, de doña Juana sin tierra, de doña Juana con sus muertos bajo la soja.
Qué duro es ver que se cortan las rutas para que China y Europa no dejen de tener soja fresca, y para que Monsanto no deje de vender sus semillas y sus agroquímicos.
Qué duro es ver con las manos y tocar con los ojos que nadie habló en nombre de los campesinos echados a topadora limpia, a bastonazos y a decisiones judiciales sin justicia para que ingresen el endosulfán, las promotoras de Basf y las palas mecánicas con aire acondicionado.
Qué duro es comprobar que estas reflexiones escritas a medianoche solo circularán en la casi clandestinidad mientras Monsanto gira sus divisas a Estados Unidos, mientras las topadoras desmontan miles de hectáreas en nuestro chaco semiárido para que rápidamente tengamos 19 millones de hectáreas plantadas con soja, y mientras miles de niños argentinos duermen sin saber que su sangre tiene plaguicidas, y que su país alguna vez tuvo bosques que fabricaban suelo y conservaban agua. Muy cerca de ellos las cacerolas abolladas vuelven a la cocina.
Tácito
Los depredadores del mundo, cuando ya
lo han desvastado todo y les falta tierra, miran al mar: si
el enemigo es rico, son mezquinos, si es pobre, ambiciosos,
y ni Oriente ni Occidente bastarán para saciarlos:
desean para sí toda la riqueza y la miseria
para los otros. A saquear, matar y expoliar
le dan el mal nombre de imperio,
y allá donde crean un desierto, dicen que
hay paz.
Tácito
Romance de la luna tucumana
Bajo el puñal del invierno
murió en los campos la tarde
Con su tambor de desvelos
salió la luna a rezarle
Rezos en la noche blanca
tañen las arpas del aire
mientras le nacen violines
a los álamos del valle
Zamba de la luna llena
baila la noche en las calles
con su pañuelo de esquinas
y su ademán de saudades
Se emponchan de grises nieblas
los verdes cañaverales
y caminan los caminos
con su escolta de azahares
La noche llena de arpegios
la copa de los nogales;
el tamboril de la luna
cuelga su copla en el aire
Zamba de la luna llena
Baila la noche en las calles
con su pañuelo de esquinas
y su ademán de saudades
Mi corazón bate palmas
con las manos de mi sangre
mientras, cansada, la luna
se duerme sobre los valles.
Canción para los días de la vida
voy a ver si puedo correr.
Con la mañana silbandome en la espalda
o mirarme en las burbujas.
Tengo que aprender a volar
entre tanta gente de pie.
Cuidan de mis alas unos gnomos de lata
que de noche nunca rien.
Si la lluvia llega hasta aquí
voy a limitarme a vivir.
Mojare mis alas como el arbol o el angel
o quizas muera de pena.
Tengo mucho tiempo por hoy
los relojes haran que cante
Y la espuma gira en torno a mi piel
me han puesto manos para hablarle
a las cosas de mi.
Y al fin mi duende nacio
tiene orejas blancas
como un soplo de pan y arroz
y un hongo como nariz
cuatro pelos locos y un violin que nunca calla
solo se desprende y es igual a las guirnaldas.
Este dia es algo de sal
me dejo vibrando al nacer
pesa y es liviano como un hilo sin nombre
suena un poco a mi guitarra.
Tengo que aprender a ser luz
entre tanta gente detras.
Me pondre las ramas de este sol que me espera
para usarme como al aire.
Y es que al fin mi duende se abrio
tiene un corazon de mantel y baton
y un guiño al ver que todo es verdad.
Ya los gnomos cuiden
a un violin que siempre canata
nunca se adormece y es igual a las guirnaldas.
Y es que nunca calla, solo se desprende
y es igual a las guirnaldas
Luis Alberto Spinetta
Adios al nadaismo
Caido en el limbo espiritual suspiro por nuevos suplicios.
reclútame señor para la salvación o el terror.
los ideales que no cambian la vida corrompen el alma.
el espejo ya no me refleja: me culpa.
Dios mio, sálvame de esta paz difunta.
devuélveme la esperanza y el sufrimiento.
dame fe en una causa aunque sea perdida.
dame todo el fuego que sobró de Sodoma, la sed que incendió tus delirios.
quiero arder, ¡arder!
Dame, Señor, la desesperación de creer y la felicidad de destruirme!
Gonzalo Arango