Caido en el limbo espiritual suspiro por nuevos suplicios.
reclútame señor para la salvación o el terror.
los ideales que no cambian la vida corrompen el alma.
el espejo ya no me refleja: me culpa.
Dios mio, sálvame de esta paz difunta.
devuélveme la esperanza y el sufrimiento.
dame fe en una causa aunque sea perdida.
dame todo el fuego que sobró de Sodoma, la sed que incendió tus delirios.
quiero arder, ¡arder!
Dame, Señor, la desesperación de creer y la felicidad de destruirme!
Gonzalo Arango
Misiones: El día que la democracia, una vez más, lloró
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